Un grupo de investigadores se reunió en la academia científica Royal Society de Londres, para así discutir sobre cuáles serían los detonantes de las altas tasas de obesidad a nivel mundial. Estas fueron sus conclusiones.
A mediados del año pasado, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó un informe en el que detalló que la obesidad y el sobrepeso han aumentado progresivamente en las últimas décadas. Según informaron en el documento, desde 1975 se ha triplicado a nivel mundial el número de personas con esta primera condición, escenario que también ha afectado a países como Chile.
Cifras reunidas por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) reflejaron que en 2019, el 34,1% de los adultos chilenos presentaron obesidad, mientras que el 44,5% de la población infantil también presentó rasgos de esta complicación médica.
Tales números no se distancian mucho de la realidad en Estados Unidos, en donde según cifras reunidas por el New York Times, afecta a más del 40% de los adultos, mientras que aquello se traduce en costos sanitarios de 173.000 millones de dólares al año.
Frente a esta situación, un grupo de investigadores expertos en diversas materias y provenientes de distintas partes del mundo se reunieron recientemente para discutir sobre cuáles son las causas y los motivos detrás de su crecimiento.
En aquella reunión, la cual duró tres días al interior de la academia científica Royal Society de Londres, Reino Unido, ninguno de los especialistas abordó la temática desde la culpabilidad hacia quienes padecen de obesidad, sino que más bien, se refirieron a ella desde la base de que es una condición crónica que nadie tiene por elección.
En medio de un escenario en donde los estándares de belleza y la idealización de los cuerpos esbeltos se han seguido reforzando con la publicidad y las redes sociales, los académicos expusieron diversas teorías.
Si bien, no llegaron a un consenso único en ese punto, sí hubo uno en el que todos estuvieron de acuerdo. Y este fue que si se sigue tratando esta condición como un problema de “responsabilidad personal”, disminuyen considerablemente las probabilidades de reducirla a nivel mundial.
Las posibles causas
Según revisó el citado medio, biólogos nutricionales como el profesor Stephen Simpson de la Universidad de Sidney argumentaron que una de las posibles causas puede ser que los hidratos de carbono y las grasas diluyan las proteínas que necesitamos, lo que se traduciría en un aumento del consumo de calorías para nivelar ese declive.
Por otro lado, el fisiólogo Kevin Hall del National Institute of Diabetes and Digestive and Kidney Diseases se refirió directamente a los alimentos ultraprocesados y manifestó que el mayor consumo de calorías provenientes de estas comidas, también se refleja en más peso, a diferencia de otros que son integrales y tienen la misma composición de nutrientes.
Aquello también fue abordado por él en un artículo que publicó en la National Library of Medicine, mientras que otros como la bioquímica Barbara Corkey de la Universidad de Boston profundizaron en este punto y plantearon que las sustancias tóxicas de los comestibles ultraprocesados no sólo interfieren en el metabolismo, como ya había demostrado en investigaciones previas, sino que también podrían tener una relación directa con la obesidad.
Las teorías en torno a esta condición fueron variadas, pero según detalló el New York Times, ninguno habló sobre “supuestas soluciones” que distintas empresas ofrecen a través de dietas, suplementos para bajar de peso, estrategias de ayuno o cirugías, las cuales tienden a prometer resultados inmediatos sin certificaciones de organismos oficiales o el apoyo de especialistas médicos.
Junto con ello, cuando el citado medio consultó a los asistentes a la reunión sobre cómo frenarían las altas tasas de obesidad a nivel mundial, la mayoría de ellos enfatizó en que se deberían implementar políticas públicas en esta materia, tales como prohibir la venta de comida chatarra en colegios y facilitar la movilización a pie, además de informar que no depende personalmente de quienes la enfrentan.
En este sentido, criticaron a quienes discriminan o humillan a terceros bajo la excusa de que así incentivarán a la reducción de este fenómeno mundial y argumentaron que lo anterior solo ayuda a aumentarlo.
Numerosas investigaciones especializadas, tales como una publicada en la National Library of Medicine en 2014, han revelado que existe una relación directa entre discriminar a personas con obesidad y el aumento de las tasas de esta, un fenómeno que según diversos académicos, también tiene repercusiones en la salud mental de los pacientes.
Y a pesar de que los tres días en la academia Royal Society no terminaron en un consenso sobre cuáles son las causas de esta condición, sí reflejaron la opinión de destacados expertos respecto a cómo frenarla.
Fuente: La Tercera